Durante unas semanas las bailas pequeñas y de mediano tamaño
entraban a los señuelos. Bailas que algunos consideraban que debían quedarse en
el morral, mermando aún más a la especie. Nos han visto soltar nuestras
capturas dándoles el ejemplo y las explicaciones en reiteradas ocasiones. Al
señor de Cuba no le gusta el pescado, sin embargo no le importa llevarse lo que
sea y lo mismo escribo de ciertos pescadores presupuestos inteligentes
¿conservacionistas? sin miras de futuro.
Los pejes en nuestra orilla están inapetentes o se han
alejado de la misma buscando aguas más frías, quizás, los Alisios al no acercarse lo suficiente les haga migrar no muy lejos. Solo la presencia del
pejerrey puede animar pero por extraño que parezca, estos rehúsan entrar a los
señuelos. Comparando las capturas con la de años anteriores este es de por sí,
el más extraño. Les hemos visto surfear las olas, algún ataque fallido en la
misma orilla o algún salto fuera del agua y eso es todo. El señor de Cuba se
jacta de haberlos capturado y eso que no le gusta el pescado.
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Fotografía de Marcus M. |
Al poco que salimos de aquel matadero dimos con mejor fondo, todo un alivio para los dos, Marcus obtiene la primera lobita de aquella tarde de agosto, la primera de una serie que nos hace creer prometedoras capturas de mayor talla, el compañero está en racha van entrando a sus señuelos con ganas mientras, yo no paro con bolos de la negrita que se me está colgando junto al desquicie que tengo con el viento y el equipo inadecuado. Casi al final de la jornada obtengo mi primera y única lobita mientras tanto Marcus va cobrando una de las mayores de la tarde que fotografía y pone en libertad sin cargos.
En la segunda visita a la playa nos llevamos el gran palo,
ni por asomo estaban los pejes por la labor entonces, decidimos explorar la
parte más antisocial, prohibitiva y peligrosa de aquella playa. Pero eso amigo
lo dejo para otro día pues a falta de pan esta vez no quiero tortas.
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