miércoles, 20 de febrero de 2013

Campo de depredación

Toda una semana de duro trabajo, sin tiempo libre para disfrutar del lanza y recoge, se ha visto recompensada esta mañana del domingo 17 de febrero, solo en tres horas.

No suelo utilizar ya el despertador, la costumbre diaria de madrugar, hace que los ojos se abran automáticamente pero temiéndome que las horas de sueño perdidas fueran a jugarme una mala pasada, me aseguré esta vez de activar uno o mejor dicho, me obligue a despertar. El cuerpo y la mente decían, ¡NO VAMOS, VUELVE A LA CAMA!. Minutos más tarde estaba en el garaje.

Según la información obtenida, amanecería sobre las 7:30; y añadía además, una muy buena actividad entre las 06:32 y 08:32; solo dos horas de las tres empleadas hoy.

El mar, casi planchado como solemos decir. Una serie de olas provenientes del sureste dejaba tras de sí, espuma y arena en suspensión. Son esas olas que se levantan tanto, que no dejan margen al señuelo, arrastrándolo y dejando sin tensión la línea. No me gustó el escenario, seguí adelante, el reloj apremiaba y quería estar presente al comienzo de la actividad pronosticada.

La experiencia de otras ocasiones, llevó mis pasos a la marca almacenada en el GPS de mi cerebro. En ella, jornadas anteriores resultaron positivas, bien es verdad que con mareas más benignas. Esta de hoy, generaba mis dudas por el oleaje no muy fuerte pero si incomodo.

Lancé el señuelo al vació espacio que hay entre la tierra y el mar, este voló impulsado, hasta que encontró el liquido salado y a la primera vuelta de manivela algo lo atacó. Inmenso frenazo, larga la carrera, comienza el combate suave. El animal se aprovecha de la corriente para liberarse de la tensión acercándose a la orilla, no le dejo y al poco consigo varar la primera baila. Estoy solo, no tengo el apoyo del compañero para fotografiar la captura, pero la realizo y devuelvo al agua a la Dicentrachus... vuelta a empezar.

Minutos después obtengo la tercera captura, la segunda al igual que la primera son fotografiadas y devueltas las tres a su medio natural. La marca no me defrauda pese a las olas gandulas. La serie termina dando tregua, entonces... entonces comenzó como un remolino impetuoso, ataques, saltos, chapoteos. Había visto en otras ocasiones ataques de grupos de bailas, aislados solo por unos metros, ahora aquí, ahora allá...pero esto, era distinto. Lo que abarcaba mi vista era un gran campo de depredación compacto, instantáneo de las bailas alimentándose, desde luego, nunca observado por mí.
 Pido disculpas por la calidad de las fotografías
Fototografía de:J. Rafael

Presto lancé el señuelo, capturando en cada uno las preciadas y queridas bailas iguales todas en tamaño, llenas de huevas, por momentos no me lo podía creer, ¡una jornada solo en la playa..., para mí solo!... sin querer o por inercia familiar, miraba a la izquierda, a la derecha ¿donde están mis compañeros? increíble que se pierdan esto. Estoy esperando una Go-Pro, una lástima no tenerla aún.

Fotografía de:J.Rafael

Y tal como empezó acabó, la actividad fue disminuyendo lentamente. No sé cuantas se me fueron después, pero si sé, que contabilicé trece bailas seguidas, siendo una sacrificada por el tremendo daño que sufrió en uno de sus ojos y en sus agallas. Deje de fotografiar con la sexta captura, que diablos estaba haciendo, no era el momento, estaba solo yo... y los guiris que ya llegaban me incomodaban con su presencia.
Fotografía de:J.Rafael

Capturar y soltar una docena de bailas, pocos hacemos esto en una sola y puntual oportunidad semanal. Por esto no entiendo a otros pescadores de la zona que acuden mañanas y tardes todos los días. No dan una sola oportunidad a la especie a sabiendas que están llenas de huevas. Tuve la ocasión de comentarlo con "alguien" que después de tantos años pescándolas, no entendía o no sabía como averiguar si eran portadoras, o sea, que se hizo el sueco spanglish. Más tarde se quejará por una Ley de pesca restrictiva... si es que la cambian, por mi parte deseo que lo hagan ya.

Un saludo.