martes, 16 de octubre de 2012

La evolución de la pesca con señuelos en Canarias - I

No recuerdo con certeza el año en el que probé por vez primera lanzar un señuelo para  seguidamente recogerlo a golpe de manivela desde la orilla. Estaríamos creo recordar contando los años 98/99.
Tenía mis serias dudas si aquel propósito me iba a aportar alguna captura ya que me encontraba ante un desafío del cual poco se había narrado hasta la fecha, solamente asociable  al entorno de la pesca al ‘trolling’ desde embarcación, ósea al curricán.
Digitalización: Crónicas de la Orilla
En aquellos tiempos se veía muy poco pescador, para no decir ninguno, que desde orilla perseguía con idéntica técnica a predadores costeros, por lo que más de una vez al tropezarme con alguno, este me miraba de forma estupefacta, adivinando yo casi lo que estaba pasando por su cabeza. “Este no es de aquí”, parecía oírle decir. Como han cambiado las cosas desde entonces.

Raro es ver algún pescador que no practique esta modalidad hoy en día. Lejos quedan los días en los que uno cargaba con cañas pesadas y kilos de plomo para lanzar a fondo. Fue lo primero que aparté. Las cañitas ligeras a boya todavía se me resistía dejarlas, pero finalmente tuvieron que ceder ante el empuje y enganche adictivo de esta nueva técnica y dejar paso a las semidesconocidas cañas para lanzado, o spinning como se conoce comúnmente.

Después de algunas intentonas fallidas, llegaron las primeras capturas y con ellas una enorme satisfacción. Bailas, pejerreyes, bicúas, recuerdo casi con nostalgia mi primer abade, y el número de especies inéditas iba en aumento  según pasaban los meses y la técnica iba mejorando. Al otro lado los señuelos sufrieron un cambio importante en cuanto calidad y acabados. Para venideras  temporadas la oferta crecía y crecía. Fabricantes de todos países inundaban el mercado y las tiendas de artículos de pesca parecían desbordarse ante tal avalancha de material innovador nunca antes visto.  
Llegado al punto de inflexión, hoy día, ante la presión medioambiental, pesquera y demás que sufrimos los pescadores deportivos, sobre todo los de a pie, la falta de cada vez más capturas, innumerables ‘bolos’ en salidas le han propinado un serio revés al asunto. Las amplias colecciones de muestras artificiales expuestas en comercios enganchan a más bolsillos de pescadores que pejes a pie de veril y playa.

Es lo que hay. No sé si volveremos algún  día a pelar gambas, manosear chipirones en su tinta, o cortar tonas de boga o caballa.

Yo de momento me resisto.

Marcus Müller