martes, 15 de noviembre de 2011

Dime lo que comes y te diré quien eres.

Desde siempre pero en especial desde los comienzos del siglo XIX los recursos alimentarios jugaban un papel de vital importancia en nuestra sociedad.

Las guerras, las enfermedades y posteriores epidemias mermaron el abastecimiento del mercado con alimentos para la población considerablemente hasta sufrir una severa hambruna.

No fué hasta décadas más tarde, que la situación parecía normalizarse y el comercio exterior a fluir, cuando los alimentos llegarían a adquirir un significado nuevo, completamente desconocido hasta entonces.

Se hablaba entonces de comida para 'ricos', pero también estaba la que se atribuía a los pobres. Se catalogaba por lo que uno se llevaba a la boca el status social de la persona!

Este fenómeno lo seguíamos teniendo en menor medida en pleno siglo XX, y en estas fechas que corren, parece ser que vuelve a acentuarse cada vez más, palpable e
n nuestro día a día en una visita al super, o degustando sea cual fuere, un plato en el restaurante.

Al final todo es comida y cualquier cosa es válida, se dirán algunos.

Cierto, también en el mundo animal vemos escenas en las que predadores supremos como leones, osos, cocodrilos se alimentan de carroña y despojos.

Sin ir más lejos, igualmente en el medio marino se presenta idéntica situación.















Como si no se puede explicar el motivo que ha llevado a esta vistosa lubina, de alto valor gastronómico, se tragara la cabeza de un pollo presumiblemente muerto, y vete tú a saber si algo más aparte de eso.

La falta de alimento natural, ya sea vivo o muerto, hace que este cazador tenga que tomar cual drástica medida.

Me atrevería afirmar que otros tantos predadores acuáticos de mayores dimensiones,
llámese Gt, atún, alguna clase de ballena, no despreciarían un bocado tan anómalo en situación similar.














¿Y entonces? ¿Es que acaso estamos ya retomando el camino de vuelta hacia la edad media?.

En estos últimos años se ha hablado mucho de cambio climático, globalización, crisis humanitaria, etc., factores que irremediablemente contribuyen negativamente acelerando dicho trastorno hasta niveles insospechados.

Es evidente pués, que no se están tomando las medidas necesarias.

Estamos a años luz y parece ser que no hay remedio.

Yo, por lo pronto y por si acaso no le he comentado nada al resto de la familia, no vaya ser que les fastidie el apetito y a mi el consecuente almuerzo.









Buen provecho!

Por Marcus